1) Reconocen a las niñas y niños como el centro y la razón de ser de su práctica pedagógica, orientando procesos de planificación y evaluación acorde con las necesidades.
2) Muestra adecuados niveles de autoestima y de confianza en sí mismo/a. Promueve el desarrollo de una autoestima positiva en cada uno/a de los/as niños y niñas con los cuales comparte la tarea educativa, respetando sus diferencias, modos de ser, de pensar, aprender y actuar.
3) Muestra adecuados niveles de cuidado hacia su persona, reflejados en una salud integral y en su apariencia personal.
4) Muestra una expresión oral y escrita adecuada, necesaria para la comunicación y el acompañamiento tanto de los/as niños/niñas, como de sus familias.
5) Muestra capacidades y habilidades para trabajar en equipo, con el fin de impulsar una educación de calidad, en su contexto escolar y comunitario, así como la búsqueda de soluciones a diversos conflictos.
6) Se asume como un sujeto participativo, abierto, flexible, creativo, democrático y autocrítico en su interacción con los/as niños/niñas, con capacidad de promover la participación y el compromiso de las familias y de otros miembros y sectores de la comunidad.
7) Muestra una actitud auto reflexiva acerca de su práctica, capacidad para adoptar posturas éticas ante situaciones que tengan repercusión sobre el desarrollo integral de niños/niñas, asume con responsabilidad su rol de promover el respeto a los derechos de la niñez y facilitar procesos que potencien el desarrollo infantil.